Clubes porteños: Vergéz Billar

El partido va 19 a 17 a favor de “Coco” según marca la pizarra digital. Roque Riverso, no tiene muchas posibilidades para fallar. Quien es considerado por sus socios el más destacado jugador del club siente la presión sobre su pulso.

-Tranquilo pibe, vos serás el mejor pero cuando jugás conmigo llorás- le advierte Coco a Roque.

-Me tengo fe- le canta Roque.

-Yo también te tengo fe- le recrimina Coco con un dejo de enfado y una sonrisa pícara.

La bola blanca recorre una-dos-tres-cuatro bandas e impacta a la roja. Carambola, el “gol” del billar. Roque sonríe y los demás asistentes enuncian en voz alta “¡muy bueno gordo!”.

El Vergéz es un club de billar con más de 30 años de antigüedad. Sus casi 150 socios, provenientes de diversas zonas de Capital Federal y del conurbano, se juntan cada semana a calcular efectos imposibles mientras apuntan sus tacos de madera de arce canadiense. Sus instalaciones –ubicadas dentro de un espacio perteneciente al club de ajedrez Mariano Moreno- cuentan con mesas profesionales como las que se encuentran en las mejores salas del mundo.

Aunque se  hacen torneos de billar de manera regular donde intervienen jugadores de Capital Federal y del interior del país, cada tanto el Vergéz recibe la visita de maestros de distintas partes del planeta. “Cada vez que entran los jugadores a tirar, se anota una entrada. Suponéte que hiciste quince carambolas en diez entradas, dividís 15 por 10, te da 1,5 de promedio”, revela Julio Villarroel, presidente de la comisión directiva, acerca de la forma puntuación en este juego.

En el recinto donde se juega hay fotos de los socios y de los torneos, más unas vitrinas llenas de trofeos. Impera el buen humor entre los billaristas. Hay siete mesas con luces LED. De esa manera se ilumina mejor el paño azul sin producir sombras. Sobre la pared están las pizarras electrónicas –que muestran el marcador de cada partida- y los teléfonos para pedir un trago al buffet.

La temperatura ambiente que proviene del equipo de aire es la adecuada para que los factores de humedad y calor permitan un buen recorrido de las bolas sobre la suavidad del impecable paño que recubre las mesas. Al tocarlas se siente un poco de calor. Villarroel explica por qué tienen que estar climatizadas la sala y las mesas: “Ahí en ese cable tenés la temperatura de cama (lo que recubre el paño) y de banda. La cama es una pizarra, una piedra pulida de seis centímetros de espesor. Todo esto (mientras señala la mesa) pesa 800 kilos”. Y agrega que hay pocos lugares en la ciudad con este tipo de mesas importadas. “Estos paños son los más importantes: ‘Simonis 300’, son los que se usan en las finales de los campeonatos del mundo”.

Asimismo, se puede jugar una partida de ajedrez, de backgammon o de otros juegos de naipes en las mesas que quedan cerca del buffet. La práctica de ajedrez, que nuclea principalmente a niños y adolescentes, se realiza en el refaccionado primer piso.

El billar es un juego que tuvo muchos adeptos en Buenos Aires, sobretodo en las décadas anteriores a las del 60. Noches entre amigos con un vermouth. Un pucho entre los labios mientras se le pone tiza a la punta y se apunta con precisión. Esas vigilias no son tan comunes ahora y el “pool” reemplazó en cierta manera a las mesas sin troneras. Sin embargo, una partida en medio de la noche invernal espera definirse.

-Esto es un penal sin arquero viejo- recita “Coco” a los demás para poner nervioso a Roque. 19 a 18 a favor de él.

-Ya está, me ganó. Me puede salvar el ‘retruque’ (un fallo)- pronuncia con algo de amargura Roque luego de que su bola no hizo la carambola.

-Yo te digo (con voz áspera) que perdiste y perdiste…- pronostica “Coco” con su astucia diplomática sin saber que será su última entrada.

Risas de “Coco”, pero sigue de largo su tiro. “Me parece que le voy a ganar, me la juego”, murmura muy concentrado Roque. Apunta y de nuevo: en el recorrido la blanca toca tres veces las bandas. Impacta a la roja antes de chocar la amarilla de su rival, es carambola: 19 a 19. Ahora define él. Y no falla. “Sino me da ventaja, ni remotamente le gano”, reconoce “Coco”. La próxima semana, o quizá mañana, se jugará la revancha.

Dirección: Capitán General Ramón Freire 3151

Barrio: Colegiales

Horario: Lunes a jueves de 12 a 22. Viernes de 12 a 02. Sábados y domingos de 12 a 22.

Teléfono: 5354-5332

Web: http://www.vergezbillarclub.com.ar/

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